Anasoli: la que nace todos los días con la salida del sol

(CLR) La directora del Centro de Historia Larense y vocera local ante la Red Nacional de Memoria y Patrimonio, Dulce Marrufo, describió el contexto que definió el desempeño de la guerrera Anasoli, durante sus luchas como líder del pueblo Gayón, apuntando que se desenvolvió durante el proceso de “colonización, invasor y civilizatorio, el cual implicó el ejercicio de distintos mecanismos para someter a los pueblos originarios”. Dicho sometimiento se ejecutó por la vía violenta y “mal llamada pacífica” porque se trató de una violencia encubierta, eso significó, “el proceso de adoctrinamiento por medio de los curas que formaban parte de las autoridades y el gobierno de la corona española que constituían las Misiones, en medio de los poblados aborígenes y bajo la doctrina mariana”, relató la también coordinadora del Programa Interinstitucional de Maestría en Historia de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA) y la Universidad Politécnica Experimental Libertador (UPEL). En el caso de la nación gayona grupo aborigen al cual perteneció Anasoli, en tiempo de los españoles, estos pueblos se encontraban ubicados en los territorios de lo que hoy, es Cojedes (San Carlos), Portuguesa (Acarigua, Araure), Lara hacia Sanare (Andrés Eloy Blanco), Bobare (municipio Iribarren en Barquisimeto), Jiménez (Quibor), Morán (El Tocuyo, y en San Felipe (Yaritagua).
En las citadas zonas cuando se realizaron excavaciones en la década de los 80, los restos arqueológicos encontrados, por ejemplo, lo de La Vaquera (El Tocuyo), presentaron todas las características de la morfología gayona, acotó, la investigadora, al mismo tiempo precisó que desde Bobare, tierra de la guerrera Anasoli, se organizaron muchos levantamientos. Marrufo comparte el detalle histórico, agregando que cuando sale Anasoli a la palestra en el estado Lara, es el período de la colonia, cuando Barquisimeto, se llamaba jurisdicción (la cual se prolongaba hasta Portuguesa) que luego, evoluciona a Provincia hasta llegar al Estado. En Bobare, pueblo natal de Anasoli, -comentó Marrufo- se montó una Misión en donde se estableció por la vía impuesta de la Monarquía Española bajo una alianza con el estado eclesiástico, un proceso de domesticación de los aborígenes, a quienes orientaban con el bautismo, comenzando por los niños. Con ese sacramento levantaban una lista de párvulos y párvulas (se trataba de niños) hacia quienes desarrollaron el plan que se ejecutó en la zona de Bobare, el mismo consistió en desprender a los niños desde dos a nueve años de edad de sus padres, y los trasladaban hacia otro sitio (Yaritagua y Araure), siendo el argumento de los españoles, especificó Marrufo “separarlos para que no aprendieran los pecados, vicios y males de los padres”. No obstante, hizo énfasis que en la zona de Los Pocitos y Bobare “tardaron más de doscientos años de lograr someter, mientras otras naciones como la Caquetía, Arawuaca, lograron aceptar el proceso de dominio español porque fueron masacrados y se tuvieron que rendir” agregó. El pueblo Gayón se caracterizó por su rebeldía permanente, acotó la estudiosa, señalando que el uso de simbología de animales asociados a la furia, de allí que Anasoli la llamaban “la fiera” y al esposo “el tigre”.
Había un código de representación de cómo el tigre y la fiera, no se dejan doblegar, ni someter. Por lo que relató Marrufo, “fueron muchas batallas de enfrentamiento, porque no lograba el Estado español ni siquiera en su alianza, con la alta jerarquía eclesiástica someter al pueblo Gayón”. El significado de trascendencia de Anasoli es porque “no solo se quedó en su condición de diaos (líder)”, señaló Marrufo, sino que también incorporó a las mujeres de las familias a defender y desempeñar un papel fundamental en la organización guerrerista. Comentó que si bien es cierto que las mujeres lideraban las estructuras políticas, a través de las Asambleas de Ancianos, eran ellas las de la potestad decisoria de hacerle frente a las políticas colonizadoras que los españoles, con sus representantes estaban imponiendo en la colonia venezolana, desde la jurisdicción de Barquisimeto.
Para la también investigadora del Centro de Estudios Simón Bolívar, Anasoli, “representa la dignidad de la mujer y de los pueblos originarios”. “Pasa a la historia por ser valiente, frontal, sin miedo al sometimiento, ni a las amenazas; asumió dar su vida por la lucha, por la libertad del territorio, su cultura y en defensa del legado de sus antepasados”, recalcó. La guerrera se ha convertido en un ícono de la liberación de los pueblos y de las mujeres en el territorio afirmó Marrufo, detallando que su ingenio, no conoció del trabajo individual, “eran naciones (el pueblo Gayón) donde la solidaridad, la igualdad, la justicia eran principios”. Reconoció que fue una gran guerrera porque conocía el territorio, y dio su vida dejando a otras mujeres que representaban la lucha.
Luz de nuestro Campo Pastora Hernández, vocera del pueblo Gayón y quien forma parte del Consejo Comunal “Los Adivinos de Cucharal” describió a Anasoli como “luz de nuestro campo” y “La que nace todos los días con la salida del sol”. Así la identificaban los taitas (ancianos) gayones. Esa instancia de organización de base, en tiempo de la colonia formó parte de la extensa nación Gayona, oriunda de los secos valles de “Coari”, actualmente, Bobare capital de la parroquia Aguedo Felipe Alvarado en el municipio Iribarren (Barquisimeto). Su población se reconoce con características de valientes y aguerridos defensores de sus feroces montañas, unos eran sedentarios, construían chozas de ramas y palmas formando, así rústicas rancherías; mientras que otros, preferían ser nómadas, recorriendo largos caminos y en cualquier parte levantaban acomodo transitorio cerca de ríos y quebradas. Hernández argumentó que el 17 de octubre de 1813, en La Puerta de Bobare, gran parte de la nación gayona, fue sometida por los Misioneros, pero quedaron descendientes de valientes y aguerridos guerreros, en el caserío “El Cucharal” o mejor conocido como “Los Adivinos del Cucharal”. Su nombre se debe a que aparecía un gran venado que solo se veía cuando los pobladores arreaban el rebaño de animales, sin fonda, por eso la gente decía “este venado es adivino”. Y Cucharal por la gran cantidad de árboles de Cucharos que existieron en la zona. Por medio de la existencia de las familias Alvarado-Díaz, Álvarez-Baldallo, Mendoza, Piña Timaure, Carde villas, Mujica se constatan los descendientes del pueblo. De las características físicas de los gayones sobresale su mediana estatura, muy fuertes, musculosos, poderosos, de cabello largo lacio, rostro redondeado, ojos negros, agiles, audaces, y mañosos; estos rasgos eran los que ocupaban los valles donde el sol quemaba su piel, y en los páramos, en cambio, tenían el rostro cobrizo “catire”, cabellos castaños. La mujer gayona, resaltaba por su hermosura, parecía encantada; de piel muy blanca, suave, tersa, cabellos amarillentos. Creían en Dios, representado en diversas formas, además en la Luna, el Sol y la presencia de un gran espíritu que hacía todo sobre la tierra. Su tradicional baile o danza “prarará kibou” en homenaje a la cosecha de maíz, chicha y para extraer, un licor de la penca del cocuy. Cuando niña, sus padres fueron cruelmente asesinados junto a otros de sus familiares, quienes pagaron con sus vidas la lucha de defender sus costumbres, el derecho de vivir en su territorio y cultura. Ella logró escapar del genocidio y huyó hacía las tupidas montañas de sus antepasados, buscando sobrevivir y es ahí, donde se hace guerrera. Hernández manifestó que en 1618, Anasoli apareció en el territorio Gayón y Los Camagos (Lara) “convertida en la cacica vengadora de sus tierras, cursos de agua y su cultura y la seguía su esposo apodado “El Tigre” y la temible Inguet Yio, su sobrina”. Organizó a unos 2.000 bravos defensores y valientes que defendieron ferozmente, las comarcas, hoy tierras Bobareña. Entre 1618 y 1668, este pueblo peleó con gallardía por sus tierras y costumbres.
Su espíritu guerrero Sobre el ímpetu indómito de Anasoli y su visión estratégica para el combate, nos relató, el guerrero Rigoberto Rivero Vivas, de la comunidad La Puerta de Bobare, lo que escuchó de sus abuelos y tatarabuelos. “Era una mujer muy valiente e inspiraba a los demás aborígenes a la batalla. A los que estaban sumisos, a los que tenían miedo, ella los inspiraba. Salía siempre a la cabeza a pelear, luchaba en modo fugaz, llegaba, atacaba y se escondía. Y nunca se quedaba en una lucha mucho tiempo”, describió Rivero Vivas. Seguidamente, emocionado aqgregó que otras de las cosas que ella sabía, era sobre el trueno o tiros de los fusiles “ella sabía que eso era lo más mortífero que había, el polvo negro, el polvo de la muerte, la pólvora pero ella se dio cuenta de que mojada no servía y siempre buscaba hacer sus ataques en tiempo de lluvia, o que tuviera que cruzar algún cauce de río o quebrada que al pasar se le mojara y no era muy efectiva la pólvora”. Le gustaba andar camuflaba con ramas de “amargoso” en la espalda para que los españoles, no la pudieran ver ni alcanzar. Los guerreros de Anasoli también construían pequeños puentes, en los barrancos y precipicios para cuando los persiguieran poder escapar, sin dejar rastros. Develó Rivero Vivas que todavía existen vestigios de un puentecito de esos, en donde llaman el cerro de la bandera en el caserío de Pueblo Nuevo. Su otra estrategia era atacar en un sitio y aparecer luego en otro muy distante; así lo hizo desde Bobare hacia Carora, Sanare, nunca permanecía en un solo sitio y tenía combatientes en diferentes comunidades. Tampoco utilizaba todas sus flechas en el ataque, ella sabía que en el contraataque los españoles, se quedaban sin fechas y los vencía, ella utilizaba las menos flechas posibles, por si los perseguían poderle tender una emboscada. Se hizo experta en la táctica de inutilizar los caballos para lo cual agarraba dos piedras redondas amarradas con un cordel de hilo de sisal que le tiraba en las patas y los tumbaba. Su desplazamiento preferido era por caminos difíciles, por donde no subían carretas o piezas de artillería y en caso de encontrar una a su paso, las incendiaba. A conocimiento de Rivero Vivas “no se supo si dejó descendencia, tenía su esposo y sus hermanos y hermanas. No está documentado si dejó hijos. Fue de mucho valor su defensa por la tierra, la libertad, el agua y los ideales de los ancestros”, infirió. La guerrera bobareña siempre se establecía cerca de una fuente de agua, vivió de la caza de venado, puerco de monte, iguana, conejos, loros y miel de abeja. Sus ejércitos se alimentaban de tuna de vaca asada, del buche elaboraban harina, comían también frutas silvestres (dato, paují, nigua, flores de bucare, flor blanca, el yacure). En cuanto a los instrumentos de combate prefería las lanzas y en la punta le clavaba una piedra (filosa) que confeccionaban de vera dura, arcos y flechas, con palo de arco, le ponían plumas para mayor velocidad de la fecha. Finalmente, el creador del cofre que resguarda los restos simbólicos de la heroína, Rivero Vivas, precisó que Anasoli utilizaba el curare para envenenar la fecha. Y su tiempo de descanso lo tomaba en chinchorros que cosían con el dispopo, fibra del cocuy, la cual secaban, hilaban y tejían cabuyas.
Mágica y envolvente personalidad Ansoli es descrita por su pueblo descendiente como una mujer de mediana estatura, piel trigueña, cabello liso muy largo que descansaba sobre sus hombros. Dejaba aflorar su ingenio en la negra pupila de sus ojos penetrantes, con su mirada fija, resaltan, escudriñaba el pensamiento de quienes la logran observar. Sobre su vestimenta se sabe que adornaba su cuello con dos collares gruesos elaborados de piedritas de colores y huesos perforados. Usó zarcillos de maderas pero en la oreja del lado izquierdo lucía dos plumas de guaca y de paují para que los espíritus la condujeran en la guerra. En su cabeza posaba, amarrada con hebras de sisal cinco plumas de varios colores y la del centro, blanca. Siempre portaba, un quijo que la protegía, arco (Espihini), flecha (Yspepee), y el macuto (falda) de flecha en la cintura, con una taparita (Kute) con curare (veneno de flecha). La aguerrida Anasoli, logró salvar buena parte de sus hermanos a quien ordenó huir, en una de las últimas batallas, pero ella fue capturada y llevada a Barquisimeto donde fue castigada terriblemente. Murió flagelada y empalada el día, el 06 de Agosto de 1668, así lo describe la encomienda de los españoles en su contra.
Legado … Hoy en día, los gayones que conforman diversos Comités de Pueblos Aborígenes, sostienen que la lucha siguió después de la presencia de su guerrera Anasoli, “por mantener la identidad como pueblo” recalcó Pastora Hernández, quien también refirió que al pueblo Gayón “el capitalismo burgués explotador, le arrebató sus tierras llamándolos campesinos, solo por miedo a no reconocerlos como nacionales”, término así expresado por el Libertador Simón Bolívar. En el caserío El Cucharal se puede conseguir muchos elementos de la cultura aborigen, muestra de ello, “son el rescate de sus danza en agradecimiento por sus cultivos, a sus creencia a sus usos y costumbre un poco perdidas en el recuerdo y que, hoy en día, vuelven a estar presente en cada uno de sus habitantes” aseguró Hernández, quien se ha destacado desde hace ya 18 años en documentar con visitas, entrevistas y acompañamiento a las comunidades aborígenes del estado Lara.
Proyección internacional de Anasoli La vida y quehacer comunitario de Anasoli, como gran estratega del pueblo Gayón en defensa del territorio venezolano (jurisdicción de Barquisimeto) y su cultura, ha motivado a estudiantes, expertos, historiadores, descendientes directos a encontrarse, con el objetivo de exponer, conocer y compilar hechos importante de su actuación para el reconocimiento pleno como heroína de la Patria, fundamentando su morada en el Panteón Nacional, junto a otras patriotas como Eulalia Ramos Sánchez (Miranda), Petronila Mata Romero (Nueva Esparta) y Josefa Joaquina Sánchez (La Guaira). Y a razón de ello, el Centro Internacional de Estudios para la Descolonización a cargo de Humberto González, ha promovido actividades de sensibilización y reconocimiento de la historia de Anasoli, con la participación de las autoridades aborígenes quienes han protagonizados ceremonias ancestrales en su honor en los pueblos Banco Baragua, Las Mayitas, Kumunibare, Akuaima, Humocaro Bajo, La Vega, Las Palmitas del Potrero, Cucharal, Bobare, La Puerta en el estado Lara; igualmente, ha permitido el encuentro de los pueblos Ayamán y Gayón, el cual no ocurría desde el 27 de agosto de 2009. Lo recolectado pasó a conservarse en un cofre elaborado en piedra granito como reservorio histórico perenne de icónicos puños de tierras de esos pueblos y sus nuevas generaciones de gayones, como muestra de su espíritu de lucha permanente y de defensa de su cultura. El mismo fue concebido artesanalmente por el guerrero Rigoberto Rivero Vivas. Cabe señalar que uno de los más importantes encuentros sucedió el pasado 28 de septiembre, en donde José Luis Reyes, sociólogo y director de Políticas Públicas del Ministerio del Poder Popular para los Pueblos Indígenas; Daniela Mejías, representante de este Despacho en el estado Lara; el chamán del pueblo Gayón Asdrúbal Mujica, Pastora Hernández, vocera del pueblo Gayón e integrante del Movimiento Indígena Unido de Venezuela participaron de un encuentro internacional vía on line. Propiciaron la revisión de los detalles del proceso de indagación, encuentros y recolección de los restos simbólicos de esta lideresa y de la propuesta de su traslado al Panteón Nacional para reivindicar su lucha ante la invasión de los colonizadores. La describieron como una mujer hábil, ingeniosa, disciplinada, ágil, indomable, briosa y feroz, y, según decisión de los colonizadores españoles, fue cazada y empalada (sentada sobre un palo y atravesada), luego descuartizada de la manera más infame, “en un intento de que ni su alma quede, que no haya sitio para verla. Y por supuesto, con el propósito de amedrentar y sembrar terror”, destacaron los relatores del ya citado encuentro. Retomando las palabras de González Silva, presidente del Centro para la Descolonización en Venezuela, se busca “espantar ese miedo y exaltar, la potencia de la imagen de Anasoli por lo significativo de su aporte en la lucha sostenida durante 50 años (1618-1668) en contra de los invasores españoles a quienes derrotaba liderando a más 2.000 mujeres y hombres guerreros convocados”. El investigador también subrayó en torno a la resistencia indígena, lo siguiente: “Son 500 años exactos, desde 1498 a 1998, cuando comienza la Revolución Bolivariana y empieza a ser reconocido nuestro carácter indígena como pueblo”. Además resaltó su valiente combate y hazañas con las que atemorizó a los colonizadores, “representa toda la fuerza, el ingenio, la perseverancia, la belleza, la sabiduría de nuestra mujer indígena, y de muchas maneras, a las mujeres venezolanas, con toda esa multiplicidad con la que se defiende, se expresa y encuentra fuerzas. Por eso la crueldad despiadada de su ejecución cuando es capturada” concluyó.
Síguenos @SomosAnasoli/ Comisión Larense Anasoli está presidida por el Gobernador del estado Lara, Adolfo Pereira y el Alcalde del Municipio Iribarren, Luis Jonás Reyes, junto a responsables de los Ministerios de Mujer, Indígenas, Comunicación e Información, Interior y Justicia, Cultura entre otras instancias, el Centro de Historia Larense, así como del Movimiento Indígena de Venezuela.

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