domingo,
29 de junio de 2014
La esperanza del
chavismo.
Nicmer N. Evans
evansnicmer.blogspot.com
Desde esa visión
nihilista tan particular de Nietzsche, en algún momento afirmó que “La
esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento del hombre”. Pero
sería imposible para mí secundar tan fatal afirmación.
Definitivamente, en
una línea más optimista prefiero a Martin Luther King cuando sobre la esperanza
nos dice: “Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en
vano”. Y mucho más atrás en el tiempo, prefiero a un Aristóteles cuando me dice
que “La esperanza es el sueño del hombre despierto”.
Todas estas
referencias vienen a mi mente como consecuencia de una reunión muy particular,
con algunos dirigentes parroquiales del PSUV, que en plena reflexión sobre la
situación actual del proceso me preguntaron si aún, a pesar de las dificultades
que vivimos, podemos seguir teniendo esperanza.
No tuve ninguna
duda en afirmar, a diferencia de Nietzsche, que era imposible no tenerla, no
para “prolongar el tormento”, sino para mantener “el sueño despierto” del
legado del Presidente Hugo Chávez.
Sin embargo, la
palabra “esperanza” no deja de ser compleja, y tampoco es la misma desde
Aristóteles hasta Luther King. Como dice mi apreciado amigo y maestro Juan
Carlos Monedero: “Hay una primera regla para saber de política: no vayas a las
palabras del pasado creyendo que ayer significaban lo mismo que hoy, Las
palabras permanecen, los conceptos cambian”.
Es por ello que hoy
es absolutamente imprescindible renovar el discurso y la acción política, en
especial si pretende levantar alguna bandera revolucionaria. Cuando la
revolución estanca sus conceptos, se convierte en “una revolución
conservadora”, o una profunda contradicción que hace que deje de ser lo que
fue.
Hoy la palabra
“esperanza” en la revolución no es la misma “esperanza” de 1992 o de 1998,
mucho menos del 2002 o del 2005. Hoy la “esperanza” sin Chávez, en nuestra
revolución es una “esperanza renovadora”, heterodoxa, transformadora, que dé
cuenta de lo bueno del pasado, pero que pretenda construir un futuro
permanentemente mejor, mucho más feliz.
En este sentido
Juan Carlos Monedero nos dice en uno de sus más recientes escritos que: “Si es
cierto que la felicidad es la ausencia de miedo, los pueblos en actitud de
buscar son más felices que los pueblos que encontraron y andan preocupados por
no perder lo conseguido”.
La meta de la revolución
bolivariana y chavista no puede ser sólo defender las conquistas obtenidas,
para ser felices y tener nuevamente esperanzas, debemos seguir buscando
felicidad. Tener esperanza es buscar la felicidad sin miedo, desde las bases,
desde la raíz, siendo radicales.
Publicado por Nicmer N. Evans
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