Reflexiones sobre el papel de los Medios Altrenativos






Hace unos meses, a punto de declararse la zona de exclusión en Libia e iniciarse la intervención de la OTAN, escribí un texto reflexionando sobre el papel de los medios alternativos.
Ángeles Diez | Para Kaos en la Red | 15-12-2011 a las 16:13 | 925 lecturas | 1 comentario
Comunicar en campo enemigo










Le puse el título “Por qué los medios masivos mienten y los medios alternativos se confunden [1] ”. Ahora, cuando Libia ha sido destruida y Gadafi ha sido asesinado, se impone el silencio mediático sobre Libia al tiempo que se incrementa la campaña contra Siria, y los medios masivos siguen mintiendo y los medios alternativos siguen perdiendo la batalla de la contrainformación.
La guerra mediática es la forma más depurada de la guerra moderna, por encima y antes que los F16 se necesita arrasar el espacio mental. Antes que el Consejo de Seguridad declare un campo de excusión aérea los medios declaran el espacio de exclusión informativa. Los procedimientos, las técnicas de propaganda de guerra, son casi siempre idénticas y han sido ampliamente estudiadas: señalar al enemigo, aislarlo, demonizarlo, destruirlo. Si hace años estas técnicas se dirigían hacia la población en general y siempre quedaban núcleos de resistencia (intelectuales, activistas de izquierdas, gente con sentido común y medios alternativos) ahora, las resistencias se han debilitado. Sospecho que en parte se debe a que los medios alternativos están perdiendo la batalla de la comunicación alternativa. Las razones, la lógica mediática en la que han quedado atrapados y la propia deriva de los intelectuales de izquierda de los que se nutren.
Los medios alternativos poseen una doble naturaleza: son parte de los movimientos y son medios de comunicación. En esta dualidad se encuentran su fortaleza y su debilidad. Las últimas campañas bélicas han hecho mella en ellos quedando atrapados en su naturaleza mediática (velocidad, espectacularidad, dramatización y vocación de masas) al tiempo que se alejaban de su naturaleza social (reflexión, consolidación de estrategias, desenmascaramiento y contrainformación)
Trampa 22: La matriz de propaganda global en la que se insertan los medios alternativos
En la adaptación de la novela de Joseph Helles “Trampa 22” sobre la II Guerra Mundial, el piloto de un bombardero B-25 intenta escaparse de la guerra solicitando baja por enfermedad, pero el médico le informa que hay una norma que impide que se le de baja ya que si alguien es declarado loco por no querer ir a la guerra realmente está cuerdo así que debe seguir combatiendo. Una trampa burocrática obliga al capitán Yossarian a cumplir su misión de seguir bombardeando. Hay normas no escritas para los medios de comunicación. Normas que les obligan a estar continuamente al día, producir y diseminar constantemente información, competir por las audiencias y reproducir el sistema. Un medio de comunicación no puede dejar de ser un medio de producción acelerada de representaciones de la realidad. No puede no cumplir con la misión encomendada o dejará de ser un medio de información. En los conflictos armados su misión pasa por bombardear las conciencias hasta conseguir la aceptación del hecho bélico o, en su defecto, la contención de las resistencias. Las guerras modernas no serían posibles sin la minuciosa tarea de los medios masivos. Antes de que las bombas reales caigan sobre las poblaciones se articula una campaña mediática. No es necesario un diseño previo. Los dispositivos de disciplinamiento han sido construidos con anterioridad.
De la misma forma que, en una intervención armada, los medios de comunicación son uno de los principales objetivos a bombardear [2] , en la campaña prebélica, los medios de comunicación alternativos también se convierten en objetivos de guerra. Para acabar con ellos es necesario neutralizar los discursos alternativos e interceptar su capacidad para coexionar y articular las fuerzas contrarias. No hablamos de ninguna mente maligna que diseña estrategias de cooptación, pero eso no quiere decir que no existan voluntades incidiendo en el qué y el cómo de lo que aparece en los medios alternativos. Cuando los imperios anuncian que se emplearán todos los medios a su alcance dicen la verdad, todosquiere decir todos. La historia es el resultado no intencional de acciones intencionales. No existe un diseño, ni una conspiración, para interceptar y orientar los discursos alternativos pero existe una lógica comunicacional, un sistema de propaganda complejo que crea las condiciones para disolver y neutralizar los discursos alternativos al inscribirlos en un contexto preconstruido. Insertar la contrainformación en el campo de la pluralidad discursiva, acorralarla en el espacio de lo políticamente correcto, relegarla al campo del matiz, convertirla en margen que enmarca el discurso dominante, es el resultado de una lógica autónoma de la que los medios alternativos no consiguen escapar. Los medios de comunicación alternativos están atrapados en una matriz de propaganda global.
Los medios alternativos sólo pueden sobrevivir en el campo de la información resistiendo las lógicas de la competencia y de las audiencias. No deben competir con los medios masivos en su pretensión informativa pues no existe comunicación posible en la lógica de la noticia. Decía Bourdieu que hay un vínculo indisoluble entre el pensamiento y el tiempo, y se preguntaba ¿Se puede pensar atenazado por la velocidad? Los medios masivos no necesitan pensar, en ellos, la comunicación es instantánea porque en sentido estricto no existe comunicación. Solo se intercambian con el público receptor ideas preconcebidas, o se suministran sucesos que se engarzan en las estructuras mentales previamente construidas por la propaganda. La propaganda es un sistema que va más allá de los medios de comunicación. Hoy es imposible distinguir entre información y propaganda. Los corresponsales de las empresas mediáticas generan verosimilitud, no aportan interpretaciones o contrastan información. No hay tiempo para comprobar las fuentes, las fuentes están previamente seleccionadas, especialmente las que no son válidas. No hay tiempo para saber y tomar partido. El partido está tomado de antemano.
Los medios alternativos no pueden ser instantáneos si no quieren caer en el terreno de las ideas preconcebidas, en la banalidad de enumerar hechos ya contados por los medios masivos. Los medios alternativos necesitan ralentizar el suceso porque las opiniones sobre lo que ocurre han de ser el resultado del pensamiento no de la urgencia de llenar el vacío informativo. El pensamiento es por definición subversivo pues se inicia con el desbaratamiento de las ideas preconcebidas. No hay pensamiento sin tiempo. Los medios alternativos son constantemente apremiados a “dar la noticia”, asumen, como los medios masivos, que si se detienen quedarán fuera de juego.
Cuando la velocidad se convierte en un parámetro los riesgos que se asumen son muy altos. Al no disponer de corresponsales y al no tener tiempo para contrastar las fuentes ni para debatir sobre una estrategia, se busca salida en la ambigüedad camuflada de pluralidad, en el perfil bajo hasta que se decanten los acontecimientos, o peor, en la equidistancia que supone un falso equilibrio en el que se permite criticar el discurso dominante y a la vez compartirlo. Los matices son el súper argumento de la contrainformación. La excusa perfecta para ganar credibilidad, el principio de autoridad que justifica la dejación de responsabilidad política en el espacio geográfico en el que se tiene influencia. ¿Por qué no se matizan con igual vehemencia las acciones del enemigo? ¿Por qué no nos esforzamos con el mismo ímpetu en describir las distintas formas, muchas veces contradictorias, que adopta la recolonización del mundo?
El lenguaje es el instrumento más potente con el que se arrastra a los medios alternativos hacia su homologación mediática y mediante el que se les convierte en uno de los nuestros, parte del coro plural que paraliza la resistencia. El lenguaje es nuestra trampa porque no es nuestro lenguaje. Pocas veces nos detenemos a analizar los discursos que utilizamos y cómo reproducen las mismas lógicas manipuladoras. En el caso de la guerra esto es particularmente evidente. Para impugnar la guerra hay que impugnar las formas de lenguaje que le corresponden. Nosotros, en las luchas de todos los días, decía Debord, hablamos demasiado a menudo con palabras del enemigo. En estos momentos, justo en estos momentos, cuando se ha desatado la campaña bélica contra Siria decimos que “Millares de manifestantes pacíficos han sido asesinados por las fuerzas de seguridad del régimen de Bachar Al- Asad que no ha dudado en recurrir al bombardeo de ciudades y pueblos” “queremos expresar nuestra condena” “El régimen sirio miente para justificar la brutal represión de su propia población. Como tantas otras veces, la dictadura de Bachar Al –Asad” “no hay indicio alguno que permita conjeturar sobre una inducción exterior de las protestas” “todos los árabes sin excepción reclaman dignidad y democracia”, “la obcecación del régimen sirio, convencido de su impunidad” “los dictadores que desde hace décadas pisotean sus derechos” “no hay justificación posible para esta guerra abierta que el régimen sirio libra impunemente contra su propio pueblo” [3] etc. La pregunta no es si todo esto es cierto o no, la pregunta es por qué concentramos nuestras fuerzas y nuestra inteligencia en la misma campaña que los medios masivos, cómo y por qué asumimos el mismo objetivo y qué nos hace utilizar el mismo lenguaje cuando, ni compartimos sus objetivos, ni sus métodos, ni su lógica colonial.
Para neutralizar la potencialidad de los medios alternativos ha sido necesario decantarlos hacia su naturaleza mediática en detrimento de su vínculo con el activismo social. Dar noticias se ha convertido poco a poco en su prioridad. Así, más importante que contextualizar la situación de Libia fue informar de las manifestaciones contra Gadafi, fue más urgente pedir la intervención de la “comunidad internacional” que recordar que Iraq y Bosnia fueron los antecedentes de las zonas de exclusión aérea. La memoria de los medios es frágil, pocas veces son capaces de trazar la línea que une una intervención a otra, una invasión a otra, un bombardeo con otro.
Contrainformación y guerra: No se puede contrainformar utilizando los mismos discursos que los medios masivos.
Los medios masivos son empresas. No hay ambigüedad en sus objetivos. Las audiencias son sus víctimas, los cuerpos humanos que serán vendidos a las empresas de coches, de perfumes, de joyas; o las mentes que se servirán en bandeja a la clase política y a los mercados. En un mundo individualista, fragmentado, materialista, los medios tienen como objetivo generar agregados de individuos a los que se les venderán mercancías, objetos o ideas. Se agregan voces y voluntades alrededor de un objetivo común que adopta la forma de sentimiento común (la paz, los derechos de los pueblos, la libertad, la ciudadanía) y se desagregan resistencias (no a la guerra, no a la intervención, no al imperialismo, independencias, soberanía…)
Hace años los publicistas norteamericanos descubrieron que cuando se expone a millones de personas a los mismos estímulos todos reciben las mismas improntas. En sentido estricto no se puede decir que el público tenga pensamientos, más bien tiene impulsos, hábitos y emociones. Así, es fácil obtener las mismas reacciones del público cuando se le ha instruido convenientemente, por ejemplo, sobre el fundamentalismo islámico, sobre la discriminación de la mujer árabe, o sobre las dictaduras. En nuestro mundo globalizado la propaganda es universal y continua, y funciona disciplinando nuestra mente pública. En aquellos casos en los que no se consigue este sometimiento basta con inhibir las reacciones de rechazo a la propaganda, bloquearlas como se bloquea un grifo que se va llenando de cal o una arteria que va acumulando grasa.
Los objetivos de los medios alternativos deben ser otros y contrarios: detener la ofensiva del sistema, subvertilo contribuyendo a la acumulación de fuerzas subversivas. Informar no puede ser su objetivo, tan sólo es uno de los instrumentos que les aproxima a su objetivo político revolucionario. También cumplen esa función de agregación de individuos pero en dirección contraria.
Para el disciplinamiento de la opinión pública los medios masivos simplifican el mundo y establecen zonas de exclusión. La simplificación reduce nuestro campo de elección: o Gadafi o el pueblo Libio, el régimen o el pueblo sirio…. Lo que queda fuera de foco: la historia, los antecedentes, la OTAN, el colonialismo. Por el contrario, los medios alternativos tratan de reorientar el foco, tratan de hacer visible la cara oculta de la información masiva. El problema estriba en que la desigualdad y desproporción de fuerzas, su incorporación parcial al discurso dominante de condena a los regímenes, hacen de este discurso un elemento marginal que se diluye fácilmente.
Contrainformar no es sólo desenmascarar a los medios masivos, desvelar lo que esconde el lenguaje en el que se nos atrapa, -no es negar sin más aunque también-, implica comunicación alternativa. Alternativo tiene su raíz etimológica en alter: el otro, lo opuesto, lo contrario; emparentado con alteratio, cambio y altercatio, altercado, debate, discusión. Los medios alternativos contrainforman en los significantes construidos y en los significados. Identifican al adversario, al sujeto antagonista y ayudan a posicionarse a los movimientos de izquierda en tanto que sujetos políticos antagónicos. La contrainformación rompe con las prácticas de la noticia-mercancía y con la lógica de los medios masivos que convierten sólo una parte de lo real en verdad (la parte que les interesa)
La verdad no es pura ni inmaculada ni total. La verdad dice Zizek es parcial y sólo tenemos acceso a ella una vez que tomamos partido. Nada de esto quiere decir que no sea universal. Los medios masivos ocultan el partido que toman y nos venden afirmaciones, sucesos, como verdades absolutas: “El régimen sirio mata a 50 personas en la ciudad de Homs” [4] “La ONU acusa a Siria de crímenes contra la humanidad” [5] “El ejército Sirio Libre funciona y lo forman ya miles de desertores” [6] “La ONU eleva a 4.000 el número de víctimas en la represión de las manifestaciones antigubernamentales en Siria” [7] Sin embargo, también fue real la“Multitudinaria concentración a favor del presidente Bashar al-Assad [8] ”, “Los sirios cierran filas con el Gobierno y rechazan intervención extranjera [9] ” “Países del ALBA ratifican apoyo a la no injerencia extranjera en Siria” [10] . Pero esta verdad queda fuera del partido tomado por los medios masivos, no tendría que ser así para los medios alternativos.
Contrainformar implica establecer la agenda informativa. Esto no quiere decir dejar de tratar los temas o conflictos que la propaganda ha convertido en objetivos mediáticos. Implica establecer qué discurso hay que contrarrestar, cómo y cuando. Se pide a los medios alternativos que digan “la verdad” y se les está pidiendo que tomen partido por la verdad homologada: la dictadura Siria, el pueblo sirio que se manifiesta contra Baser Al-Asad, los rebeldes libios. La guerra mediática también se dirige a los medios alternativos.
En una campaña de guerra los medios masivos designan al “enemigo”, lo marcan y solicitan unanimidad en la condena. En el caso de Siria: el régimen sirio y Basar Al-Asad. Se establecen los tópicos articuladores de los discursos: represión, tortura, desaparecidos, dictadura…. Se localizan las consignas reivindicativas: derechos humanos, libertad, democracia, derechos cívicos. Al partir de los mismos lugares comunes, los medios alternativos, harán el mismo recorrido. Decía el Che que para construir el socialismo no podían utilizarse los instrumentos del capitalismo. Para hacer contrainformación nos se pueden utilizar los discursos de los medios masivos.
Ilustremos lo anterior. El Grupo Prisa, a través de la radio y la prensa no deja pasar un día sin hablar de la represión en Siria. El País tiene una campaña abierta llamada “Salvemos a los desaparecidos en Siria” [11] Televisión española en sus informativos del día 9 ofreció el reportaje de un médico sirio que oculta su nombre por miedo a la represión (claramente se ve su cara hablando con la entrevistadora) y nos enseñan imágenes grabadas con móvil en un televisor diciéndonos que el médico ha visto escenas como esas decenas de veces y que las ha grabado “para que el mundo sepa las atrocidades que está cometiendo Basar Al Asad”. El periódico El mundo se hace eco de los Comités de Coordinación Local, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos y el Consejo Nacional Sirio para señalar que después de casi nueve meses de protestas “más de 4.000 personas han fallecido en todo el país como consecuencia de la represión del régimen (se trata de un despacho de Efe y se señala que “Ninguna de esas informaciones pudo ser verificada por el bloqueo informativo impuesto a periodistas y observadores internacionales por parte del régimen de Damasco)[12] En la página de Amnistía internacional figura un llamamiento avalado por 11.962 firmantes para “pedir el fin de la represión en Siria”. Esta página se encabeza con el siguiente titular: “¿Por qué calla el mundo ante la situación de Siria?” [13] En los medios alternativos es fácil recoger titulares, informaciones, llamamientos y manifiestos de Solidaridad con el pueblo Sirio [14] en los que se utiliza el mismo lenguaje, similares fuentes e idénticas peticiones.
Es cierto que en el camino, los medios alternativos, se esfuerzan por complejizar y argumentar, insisten siempre en su rechazo a la intervención armada. Pero también es difícil encontrar en los medios masivos declaraciones a favor de la intervención en Siria. En realidad no se necesita, basta con señalar una y otra vez la condena al régimen de Basar Al-Asad. Basta con hacerse eco de las voces e imágenes de “exiliados sirios”, de “blogeros sirios”, de testimonios a pie de represión, de denuncias de observatorios de derechos humanos, consejos nacionales, agencias, etc. Insistimos, la verdad o mentira de estas informaciones no es relevante para la tarea de contrainformación. Se nos dirá que sí para el pueblo Sirio, seguramente, pero no debería ser tarea de los medios alternativos decidir qué parte del pueblo sirio es la que merece nuestro apoyo.
Las buenas intenciones y los principios éticos en la deriva de los medios alternativos.
Los intelectuales de izquierdas y los movimientos sociales alimentan los medios alternativos. Los intelectuales solemos ser gente con altos principios éticos. Encontramos nuestros argumentos, cada vez más a menudo, en ese campo. Decimos lo que creemos. Nos importa, por encima de casi cualquier cosa, tener la conciencia tranquila, ser justos. Se trata de una actitud de honda raíz judeocristiana: nos salvamos si actuamos siguiendo nuestra conciencia. Desde el punto de vista de la psicología esta posición es problemática porque siempre se acaba construyendo una conciencia que es la que necesitamos para poder vivir en paz y tranquilos. Es probable que la atomización, el aislamiento, los discursos autoreferentes (de intelectual a intelectual), la pérdida de vínculos con los movimientos, estén en el origen de esta deriva que afecta a los intelectuales y como resultado a medios alternativos.
El cordón umbilical que, en otros tiempos, unía a los “productores de discursos alternativos” y la militancia de izquierdas se ha ido debilitando hasta casi romperse. Los debates, las críticas, se producen virtualmente, y no hay consecuencias reales más allá de cierta pérdida de prestigio o audiencia. Si un intelectual se equivoca siempre puede cambiar de opinión argumentando que no tuvo en cuenta tal o cual dato, que su análisis era bueno pero los actores sociales no se comportaron adecuadamente, o también puede mantenerse en sus trece seleccionando argumentos que salven su prestigio: “muchos otros también opinan como yo”, “en el momento en que escribí esa era la situación”. También pueden negar ciertas evidencias: “nadie podía prever lo que después ocurrió”.
La pérdida de contacto con los movimientos, la desafección de éstos respecto al ejercicio de pensar, las mil y una fracturas que atraviesan el activismo de izquierdas, el pensar en solitario, también son responsables de la pérdida de norte. La disonancia comunicativa se convierte a menudo en un subterfugio ético: unas veces decimos una cosa, otras veces otras, si no se nos entendió bien la culpa es de los receptores. Se nos pide a menudo que seamos capaces de vivir en la contradicción, sostener dos cosas contrarias al mismo tiempo. Mantener como hacen los medios masivos la disonancia informativa que a modo de flotador nos salva, individualmente.
La autonomía de un medio de comunicación alternativo no es la que le da su financiación sino el propio vínculo con la realidad política que impulsa y de la que se nutre. Las líneas editoriales no se definen espontáneamente. Se definen en el proceso de interacción con y desde los receptores. Un medio alternativo no debería ser autónomo, como no debería ser autónomo un parlamentario, siempre debería estar sujeto por aquellos a los que sirve.
Si los medios de comunicación alternativos pretenden ser y formar parte de la transformación social revolucionaria habrán de recuperar su compromiso. No con la revolución en abstracto, ni con los pueblos en general, sino con los militantes, los movimientos y las utopías en construcción. Tendrán que trabajar sobre sus estrategias, sus objetivos, sobre los discursos que amplifican y los que minimizan, los lenguajes, las agendas… en definitiva, tendrán que aspirar a ser algo más que un medio de información.



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