Esta lucha contra la corrupción es amarga, produce amargura en la columna vertebral del alma, porque uno le entrega toda la fe y la confianza para que ejerzan sus cargos en los más altos puestos directivos a un conjunto de personas y es amargo sentirse traicionado por gente que utiliza la confianza y la fe pública para traicionar la Revolución, para robar al pueblo.
No me importa el nombre que tenga, no me importa el cargo que tenga, el que se meta a ladrón terminará juzgado, preso y condenado por las leyes de la República. Ya basta, pido todo el apoyo.
Venezuela tiene una nueva y poderosa Fiscalía General de la República que está haciendo justicia y debemos apoyarla.
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